jueves, 14 de mayo de 2015

Entre la Ingenuidad y la Malicia

Por Fabián Curotto

Hay un sector al que no logro encuadrar si dentro de la ingenuidad patológica o de esa extrema malicia del que trae siempre el puñal bajo el poncho. Hablan de "la grieta de estos tiempos", dicen "basta de confrontación", no explicando que la peor paz es la de los cementerios, en donde nadie discute nada. 

Hasta quizá ponderan que en tiempos de Videla no existían los piquetes ni tantos cuestionamientos a los sectores rapiñeros de la economía. 
Sepan, el confrontar es parte de nuestra historia. 
La "grieta" la evidenció Domingo Faustino Sarmiento -aquel que arengaba una solución final en su dicotomía "civilización o barbarie"- cuando repudiaba la existencia de indios y gauchos; o antes Bernardino Rivadavia, cuando mal endeudaba al país mientras despreciaba al General San Martín ante la perplejidad de unos cuantos. 
E históricamente Jesús -y él si con irreprochables intenciones- cuando dijo con clara dimensión de sus palabras "No vine a traer la paz, sino la espada", refiriéndose a que no todo es lo mismo y que está bien poner blanco sobre negro. Uno de los textos favoritos de mi juventud era el Bhágavad Guita, el cual -con indudable espiritualidad- transcurre en un campo de batalla. 
Porque "dar batalla" no es malo, señores. 
Y confrontar no es romper diálogo, por el contrario, es llenarlo de Contenido Real. 
No somos elementos neutros. Dentro de la sociedad, por acción o por omisión, conciente o inconcientemente, somos actores políticos, tenemos ideología y generamos consecuencias cuando avanzamos en un sentido o en el contrario, como cada uno de los nombrados anteriormente. 
Ojalá cada uno ejerza responsable y concientemente su rol determinante, y no lo delegue a un aparato de radio o de TV. Que nuestra voluntad sea siempre nuestra.



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