lunes, 23 de mayo de 2011

El círculo virtuoso - Por Gabriel Monz­ón

Desde que se establecieron objetivos económicos que respondían a un proyecto político nacional y popular, se pudo demostrar que la economía no solamente es una ciencia social, sino que se encuentra al servicio de los sectores populares.

Durante décadas, la dominación cultural logró penetrar en el inconciente colectivo determinando que nosotros, los argentinos, eramos beneficiarios de la economía y no titulares de derecho como sujeto y objeto de la ciencia económica en nuestro país.

En virtud de esto es menester siempre refrescar de donde surgimos y, sobre todo, cual fue el punto de quiebre en la concepción de la economía en nuestro país.

Tres momentos de crecimiento de una economía nacional y popular a lo largo de los últimos cien años.

- A partir de 1916 y hasta 1930, con el gobierno de Hipólito Yrigoyen

- Desde 1946 y hasta 1955, con el gobierno del General Perón

- Desde el 2003/2004 hasta nuestros días, con el gobierno de Néstor Kirchner primero y luego de Cristina Fernandez de Kirchner.

Estos tres gobiernos tuvieron una actitud fundamental frente a la economía: llevaron adelante un fuerte poder político que doblego al poder económico haciéndolo entrar en el proyecto nacional y popular. Y esto tuvo como reflejo el crecimiento.

Pero ¿Por qué denominamos círculo virtuoso?

El rol activo del Estado toma un protagonismo fundamental, pues la generación de respuesta e inclusión a las políticas destinadas al pueblo genera un movimiento ascendente en la actividad económica. Y esto no es nuevo: basta con analizar la política económica llevada adelante entre 1946 y 1955 para saber que el virtuosismo se origina en la felicidad del pueblo. La generación de puestos de trabajo y el aumento del salario, lejos de generar inflación lo que provoca es una presión de la demanda que dignifica al pueblo en su conjunto y obliga a los sectores productivos a esmerarse por satisfacer a todos. Pero en este sentido, también el rol del Estado es fundamental: no podemos dejar la producción sin ningún tipo de regulación y para esto contamos con varias herramientas: políticas activas para la generación de microempresas y fomento y creación de PYMES, un sistema de control de importaciones que nos permite determinar si existe dumping con el consiguiente efecto de respaldo a la industria nacional, y la vocación desde el Estado de controlar los precios para evitar una escalada solamente por una maniobra especulativa de los sectores industriales.

Distinto es el caso del campo: nuestro país es generador de productos agropecuarios y en este sentido, el Gobierno de Cristina Fernandez puso reglas del juego claras, aun tras el duro revés de la 125: fomentamos aquellos productos que nosotros deseamos, establecemos aranceles a las exportaciones a los otros comodities que consideramos que tienen un importante valor adicional por los precios internacionales y ademas, fijamos cupos para evitar el desabastecimiento interno.

En el 2003, la gestión recibió un país destruido, con una deuda externa superior al 110% de su PBI, con los índices de desocupación, pobreza e indigencia más altos de toda la historia. Los argentinos no solamente hemos sobrevivido a lo que los libros de historia van a denominar como la más importante crisis de la historia, sino que además, recuperando la soberanía en la toma de decisiones económicas surgidas de la soberanía política, generamos un círculo virtuoso que, en los ciclos económicos recién comienza. Basta solamente con ver donde estamos hoy. Sin olvidar nunca de donde venimos.



Gabriel Monzón: Ex Secretario Técnico y actual Director del Comité Técnico de la Confederación de Parlamentos Americanos (COPA)

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